EL LIBRO
Hace mucho, mucho tiempo, la gente vivía siempre en un mismo lugar, y aunque a veces iban a la ciudad más cercana andando o en un carro tirado por un caballo, no lo hacían con frecuencia porque los viajes eran largos y cansados. De vez en cuando, llegaba un viajero andando por los caminos llenos de barro: un vendedor que traía alfileres, cintas y cuentas de colores, o un soldado que había estado combatiendo, o un marino que regresaba de la mar. El visitante contaba cosas curiosas que había visto y oído, y las gentes le escuchaban ávidamente porque querían saber qué es lo que había en otros lugares de la Tierra. Todo resultaba nuevo e insólito para aquellos hombres y mujeres cuyas vidas transcurrían en un mismo lugar. Les parecían igualmente reales y maravillosas las historias de ballenas y sirenas, de hombres rojos y azules, de cuevas repletas de joyas y de pájaros gigantes. Los gentes de aquellos tiempos no sabían cómo eran los habitantes de otros lugares de la