EL TÉRMINO MEDIO
Había una vez, en un país muy lejano, un señor que no era ni muy listo ni muy tonto, ni muy guapo ni muy feo, ni muy alto ni muy bajo. -Soy el término medio de los hombres. Ernesto, que así se llamaba, tampoco era ni muy simpático ni muy antipático, ni muy bueno ni muy malo, ni muy valiente ni muy cobarde. -Lo que digo, soy la media estadística. Tampoco era ni muy rico ni muy pobre, y su trabajo no lo hacía ni muy bien ni muy mal. Ernesto estaba casado con Encarnación, que un buen día le preguntó: -Ernesto, te amo con locura. ¿Tú cuanto me amas a mí? A lo que Ernesto respondió: -Pues no te quiero ni mucho ni poco. Al oír esto Encarnación, sobresaltada, dijo: -Entonces no me amas, Ernesto de mi vida. -Claro que te amo, Encarnación, pero ni mucho ni poco. -Insisto, no me amas. ¡Con lo mucho que yo te quiero! Ernesto fue esa noche a la cama con su señora y mantuvieron relaciones maritales que no fueron ni muy placenteras ni muy desagradables. Al día siguiente Ernesto acudió