LA LUCIÉRNAGA
Un día el soberano de Reinohermoso decidió enviar un regalo a su hermano, el rey de Reinogrande. Los dos reinos se encontraban uno cerca del otro, pero estaban separados por un bosque enorme e intrincado. Desde hacía años, los dos hermanos tenían que intercambiarse noticias y felicitaciones por medio de palomas mensajeras, porque ningún hombre había sido capaz de atravesar aquel bosque de árboles tan tupidos que ni siquiera los rayos del sol podían penetrar en él. Tan es verdad que era llamado por todos: «Bosque negro».
El rey de Reinohermoso aquel día reunió a los caballeros más fuertes y valientes: el caballero rojo, el caballero azul y el caballero amarillo.
-En este cofrecito hay un anillo con doce magníficos diamantes. Es un anillo precioso y quiero regalárselo a mi hermano, el rey de Reinogrande -, dijo en tono solemne entregándoselo al primer caballero.
-Si el caballero rojo no lo lograra - , continuó dirigiéndose a los otros dos caballeros -, os tocará a vosotros arriesgaros en la empresa, uno después del otro. Preparaos seriamente.
-En este cofrecito hay un anillo con doce magníficos diamantes. Es un anillo precioso y quiero regalárselo a mi hermano, el rey de Reinogrande -, dijo en tono solemne entregándoselo al primer caballero.
-Si el caballero rojo no lo lograra - , continuó dirigiéndose a los otros dos caballeros -, os tocará a vosotros arriesgaros en la empresa, uno después del otro. Preparaos seriamente.
El caballero rojo escogió a nueve de los soldados mejores y partió hacia Reinogrande, Después de cinco días de camino, llegaron al comienzo del bosque. Allí cerca había un manantial y a poca distancia, una casita pequeña. Un viejo de barba larga fue al encuentro del grupo guiado por el caballero rojo.
-¿Adónde os dirigís, caballero?-, preguntó lleno de curiosidad al ver que los hombres iban armados.
-A Reinogrande, cruzaré el bosque con estos valientes soldados. ¡Nada podrá detenerme en mi camino.
-Una empresa difícil, para la que no basta el valor. Pero puedo ayudaros. Esperad un instante -, dijo el viejo de la barba larga.
Entró en casa y volvió poco después trayendo entre sus dedos una cajita que entregó al caballero.
-¿ Qué hay aquí que pueda serme útil?-, exclamó el caballero rojo abriendo la tapadera de la cajita-.¿Una luciérnaga? ¿Un minúsculo insecto vale tal vez más que diez valientes combatientes?.
Con una carcajada sonora tiró al suelo la cajita y se dirigió al galope hacia «Bosque negro» seguido del grupo de soldados. Desde aquel momento nadie volvió a verlos. Tal vez siguen aún vagando en la densa oscuridad de la floresta en busca de una salida.
Después de unos meses, el rey de Reinohermoso, al no tener noticias del caballero rojo, llamó al caballero azul y le encargó la misma misión, entregándole un segundo regalo precioso:una espada adornada con magníficos diamantes.
El caballero azul con cien hombres llegó junto al manantial del bosque. Y también el viejo le entregó el minúsculo regalo.
-¿Crees que estoy tan loco como para confiarla suerte de mis hombres a la débil luz de este pequeño insecto?-, dijo con voz dura el caballero - Tengo intención, en cambio, de abrir un camino en el bosque cortando todos los árboles que encuentre a mi paso. Más pronto o más tarde llegaré a Reinogrande.
Pasaron los días, las semanas, los meses.. Los árboles eran tan espesos y la madera tan dura que, después de casi un año de fatigoso trabajo, el paso abierto por los hombres del caballero azul no era más ancho que un pequeño sendero, y largo, aproximadamente, algún centenar de metros. Así que una mañana, el rey de Reinohermoso vio regresar al caballero azul con la cara triste y desconsolada de quien ha sufrido una grave derrota.
El rey de Reinohermoso era un tipo obstinado y llamando al tercer caballero, le entregó un tercer regalo ordenándole que partiera en seguida hacia Reinogrande. El caballero amarillo marchó solo. También él llegó junto al manantial del bosque y también a él el viejo le entregó la pequeña luciérnaga. Por el momento el caballero no comprendió para qué podría servir aquel minúsculo insecto, pero viendo con qué alegría le daba la cajita el viejo, no quiso rehusarla. La agradeció con delicadeza y después de haber colocado dulcemente la luciérnaga en su hombro derecho, se aventuró en el bosque. A los pocos metros se encontró envuelto en la densa oscuridad de los grandes árboles. Pero era un caballero valiente y sobre todo, sabía qué importante era para su rey aquel regalo, y así prosiguió su camino. Pasaban los días lentos y él ya no sabía en qué lugar del bosque se encontraba, ni si caminaba en la dirección justa, m cuánto faltaba para llegar al final del «Bosque negro».
- No voy a ser capaz de atravesarlo. También yo he fracasado -, se confesó a sí mismo con gran desaliento.
Precisamente en aquel momento la luciérnaga se separó del hombro del caballero y comenzó a revolotear a su alrededor desprendiendo luz a diestro y siniestro. Era una luz pequeña, pero en la densa oscuridad del bosque parecía mil veces más potente. El caballero comprendió que debía seguirla: podía ser su salvación. Transcurrieron otros días. El caballero proseguía sin perder nunca de vista el minúsculo insecto. Bastaba aquella luz tenue para animarlo, mientras sentía nacer en él una nueva esperanza. Hasta que, inesperadamente llegó al final del bosque. El sol resplandecía arriba en el cielo y el caballero vio en una colina rodeada de verdor el castillo de Reinogrande. Experimentó una alegría inmensa.
«Bosque negro» ya se encontraba a su espalda: podía entregar el regalo a su Majestad.
Desde aquel día todos los viajeros que tienen que atravesar «Bosque negro» llaman a la puerta de la pequeña casa junto al manantial. Y el viejo, con su barba cada vez más larga y cada vez más blanca, da a todos una pequeña luciérnaga cuya luz indica el camino en medio de la densa oscuridad de la floresta.
Hay quien dice que, leído desde la fe, la luciérnaga es la Biblia; leído desde tus ojos, ¿qué es, qué significa la luciérnaga?
ResponderEliminarCubrir una necesidad es fácil,
ResponderEliminarllevar a cabo una ilusión, no.
Supongo que la luciérnaga sería para mí,
quien podría realizar ese sueño,
el sueño de mi vida, de nuestra vida.