LA MONEDA
Había una vez un rey muy triste que tenia un sirviente, que como todo sirviente de rey triste, era muy feliz. Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertar al rey cantando y tarareando alegres canciones de juglares. Una gran sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud para con la vida era siempre serena y alegre. Un día el rey lo mando llamar. - Paje – Le dijo – ¿Cuál es el secreto? - ¿Qué secreto, majestad? - ¿Cuál es el secreto de tu alegría? - No hay ningún secreto, Alteza. - No me mientas, paje. He mandado cortar cabezas por ofensas menores que una mentira. - No miento, Alteza. No guardó ningún secreto. - ¿Por qué estas siempre alegre y feliz? ¿Eh? ¿Por qué? - Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra permitiéndome atenderlo. Tengo una esposa y mis hijos viviendo en la casa que la corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además su alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algu