LA LECHUZA
A diez bajo cero, acumulándose la nieve hasta el dintel, la familia en torno al fuego de hogar narra historias tradicionales que abrigan y en señan a vivir. Con tamborina de piel de oso, la ab uela marca el com pás y acompaña el padre con la flauta. Hace de juglar el abuelo, recitando la cantilena de año nuevo coreada por los nietos mientra s la madre atiza el fuego. Escuchan embobados el cuento de la lechuza que bajó de los cielos para que en la aldea nevada todo el mundo cante al unísono y viva en paz. La estrofa suena así: «Siro kanipe, siro kanipe, ranran…» Que se traduce: «Flechas de oro pasan rozando, saetas de plata pasan silbando». La puntería no atina, porque el vuelo raudo de la lechuza esquiva los tiros. Revoloteba el ave divina avizorando desde los cielos los alrededores de la aldea. «¡Cómo cambia la vida!, se admira la lechuza, hoy son ricos los antiguos pobres, los ricos de antaño se han empobrecido». En la playa juega la turba infantil del barrio de los ricos.