EL PUENTE
Cuentan que aquel reino era muy rico y próspero. La gente vivía con más de lo que necesitaba, el lujo y el derroche era lo más común en los pueblos y ciudades de aquel lugar. Sus habitantes sólo vivían para trabajar y ganar más riquezas, para así tener más cosas que les hicieran alcanzar la felicidad, pero como nunca la alcanzaban, siempre estaban trabajando para ganar más riquezas. Toda aquella prosperidad fue posible gracias a la inteligencia y el trabajo sin descanso, de día y de noche, de uno de los ministros del Rey, el más fiel de sus servidores. Su manera de organizar y dirigir la economía del reino hizo que este fuera el más rico de todos los reinos. El Rey estaba muy satisfecho con él, y le apreciaba tanto, que lo quería como a uno de sus hijos. Entre otras muchas cosas, le había regalado uno de los más lujosos palacios donde vivir, y cualquier cosa que deseara, por costosa que fuera, la tenía al instante. Pero una mañana el ministro del Rey se encontró