EL MINUSVÁLIDO
Cuando
aquel hombre entró por la puerta del cielo, pensó que todo estaba ya hecho, que
ya lo había conseguido. Pero un señor con barba blanca le dijo:
- Ponte ahí, donde están los minusválidos, para tu recuperación.
Y el hombre, sorprendido, dijo:
- Perdone, pero yo no soy minusválido.
Y el señor de la barba blanca le respondió:
- No te has dado cuenta, pero sí que eres minusválido. Y ahora tienes que reconstruir tus capacidades antes de entrar plenamente en el cielo.
- No lo entiendo - dijo el hombre.
- Pues está claro. Eras sordo cuando oías más el ruido de los coches que los latidos del propio corazón.
Eras ciego cuando veías más las luces de los anuncios que la bondad de los seres humanos.
Eras más mudo cuando decías más chistes aprendidos que palabras de ternura.
Poseías un ligero retraso mental cuando preferías una pantalla gigante a una conversación, cuando valorabas más un caro maquillaje que una sonrisa, cuando pensabas que más vale parecer que ser.
- Ponte ahí, donde están los minusválidos, para tu recuperación.
Y el hombre, sorprendido, dijo:
- Perdone, pero yo no soy minusválido.
Y el señor de la barba blanca le respondió:
- No te has dado cuenta, pero sí que eres minusválido. Y ahora tienes que reconstruir tus capacidades antes de entrar plenamente en el cielo.
- No lo entiendo - dijo el hombre.
- Pues está claro. Eras sordo cuando oías más el ruido de los coches que los latidos del propio corazón.
Eras ciego cuando veías más las luces de los anuncios que la bondad de los seres humanos.
Eras más mudo cuando decías más chistes aprendidos que palabras de ternura.
Poseías un ligero retraso mental cuando preferías una pantalla gigante a una conversación, cuando valorabas más un caro maquillaje que una sonrisa, cuando pensabas que más vale parecer que ser.
Totalmente de acuerdo. Era minusválido, la pena es que hoy esos "retrasos" no se ven tan a las claras...
ResponderEliminarUn saludo!