Cuéntame
un cuento (joferp@gmail.com) y seguro que muchos pasan al blog CUENTOJO,
MÁS QUE CUENTOS.
Ya sabes que son cuentos, o no, porque también valen
poemas, reflexiones, hasta alguna foto.
Gracias
Un niño de 8 años entró en su clase para hacer el examen global de matemáticas. Estaba realmente nervioso por su prueba, no podía tranquilizarse. Su angustia creció tanto que no pudo controlarse y se orinó en los pantalones. Por mucho que intentó disimular, se enrojeció como un tomate; miró hacia abajo y vio como gotas caían suavemente al piso. Para su sorpresa cuando levanta la vista, ve que su profesora le llama para que acuda a su mesa. No sabe qué hacer. ¿Cómo podría moverse sin dejar al descubierto su situación? La profesora al notar que el niño está como paralizado y no viene a su mesa, se levanta y se dirige hacia el pupitre del niño. ¡¡Oh, no!!, piensa él. ¿Qué voy a hacer ahora? Al acercarse un poco más y darse cuenta de la situación la profesora pensaba: “¿Qué debo hacer ahora? Se avergonzará y los compañeros se reirán de él. En ese momento, una niña compañera de clase, va hacia él con una pecera y al pasar junto a él tropieza y se le cae todo el agua de la pec
Cuentan que el primer árabe que cruzó el desierto se encontró junto a una cueva con un anciano, de aspecto venerable, que le preguntó: - Joven, ¿dónde vas? - Quiero cruzar el desierto. El anciano quedó pensativo un momento y añadió: - Deseas algo difícil. Para cruzar el desierto te harán falta cosas. Toma estas tres piedras. Este topacio es la fe, amarillo como las arenas del desierto; esta esmeralda es la esperanza, verde como las hojas de las palmeras, y este rubí es la caridad, rojo como el sol del poniente. Anda siempre hacia el Sur y encontrarás el oasis de Náscara, donde vivirás feliz. Pero no pierdas ninguna de las piedras; si no, no llegarás a tu destino. El hombre se puso en camino y-recorrió miles y miles de leguas a través de las dunas amarillentas sobre su camello. Un día le asaltó una duda: - ¿No me habrá engañado el anciano? ¿Y si no existiera el oasis que me prometió y el desierto no tuviera fin? Ya iba a volverse cuando notó que algo se le había caído sob
Juanito Trotarmundos era un gran viajero. Una vez llegó a una ciudad donde las esquinas de las casas eran redondas y los tejados no acababan en punta. sino en una especie de joroba suave. En la calle había un rosal y Juanito cogió una rosa para ponérsela en el ojal de la chaqueta. Mientras la cogía se dio cuenta de que las espinas no pinchaban, no tenían punta y parecían de goma. y hacían cosquillas en las manos. De pronto. apareció un guardia municipal y le dijo sonriendo: ¿No sabía que está prohibido coger rosas? - Lo siento, no había pensado en ello - Eu este caso. Solo pagará la mitad de la multa -dijo el guardia sonriendo. Juanito observó que escribía la multa con un lápiz sin punta. y le dijo: ¿Me permite ver su espada? - Con mucho gusto -le contestó el guardia. Y, natrualmente, la espada tampoco tenía punta. - Pero, ¿qué país es este? -pregunto Juanito. - El País sin punta. Y ahora, por favor, deme dos bofetadas- dijo el guardia. Juanito se quedó d
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