DISFRACES
Teo nació llorando como todos los bebés, pero con la pobreza, el hambre y el pelear por sobrevivir, aprendió a sonreír, hacer reír y reírse de sí mismo. Y según vivía, aprendía a ser único, quererse, aceptarse y vivir lo mejor de muchas vidas y personajes. Por ello, en Semana Santa, se convertía en nazareno. Salía de penitente con su cofradía y se pasaba la noche llorando, al ver pasar a su Cristo, a su Dolorosa, al escuchar una saeta, al ver subir el paso… Y al terminar la Semana Santa…. se sentía, pleno y feliz por acompañar a Jesús en su muerte y resurrección. También era rociero y el fundador de la hermanad del Rocío de su pueblo. En la peregrinación, se vestía de rociero, dirigía la carreta de los bueyes, saltaba la reja y sacaba a la Virgen. Y las demás hermandades, le saludaban y querían por su buen humor. Y, volvía feliz a su pueblo, por haber llevado un año más a la Blanca Paloma y sentir a la Virgen María en su corazón. Y en Navidad, rejuvenecía y vo