EL HADA
Elena era una niña dulce y un poco despistada a la que le gustaba mucho pasear en el bosque que estaba detrás de su casa. En él tenía su refugio preferido. Un día, mientras caminaba, vio una mariposa atrapada entre unas zarzas. Con sumo cuidado, para no romperle las alas, la liberó. La mariposa, después de volar un rato, regresó y, de improviso, se transformó en una preciosa hada. Elena se quedó con la boca abierta porque, hasta aquel momento, a las hadas sólo las había visto en los libros de cuentos.
-Para agradecerte tu bondad, escucharé tu mejor deseo-le dijo el hada, tal como dicen las hadas en los libros.
La niña reflexionó un instante y después respondió:
-Quiero ser feliz.
Entonces el hada se inclinó sobre ella, le susurró algo al oído y despareció.
Elena se convirtió en mujer y nadie en todo el país era más feliz que ella. Cuando le preguntaban el secreto de su alegría, se limitaba a sonreír y decía:
-He seguido el consejo de una buena hada.
Pasaron los años y Elena se hizo vieja, pero siempre la más dulce y feliz viejecita del país. Sus vecinos, y también sus nietos, temían que pudiera morir con ella el secreto de su felicidad.
-Revélanos qué te ha dicho el hada-le pedían.
Hasta que una vez la deliciosa viejecita, sonriendo, les dijo:
-Me reveló que, incluso los que aparentan seguridad, todos tienen necesidad de ti.
me ha gustado mucho y me parece importante que todos necesitemos unos de otros.ana garcia
ResponderEliminarAmiga ana, no olvides nunca el consejo del hada y te ayudará a ser feliz si tú ayudas a los demás
ResponderEliminarme ha gustado lo del hada a mi me gusta que la gente sea feliz porque yo lo soy
ResponderEliminarAnónimo, no olvides el consejo del hada, para la Elena del cuento, y para las otras Elenas de la vida.
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