LA BELLOTA
Ese día el halcón, el tigre, la serpiente y el conejo hicieron una prueba para decidir cuál de los cuatro sería el Rey de la Selva.
Casualmente, antes de salir de casa sus madres les dieron el mismo consejo a los cuatro:
- Pensad antes de actuar.
Llegó el momento de la prueba: tenían que quitarle una bellota a una ardilla hambrienta.
El halcón se dijo:
- Soy el más ágil, lo conseguiré en un momento.
- Hola, ardilla, dame tu bellota.
- No - le dijo la ardilla.
- Bueno, pues te marearé.
Pero, conforme fue subiendo en círculos, cada vez más alto en el cielo, se fue alejando tanto que no supo volver.
La serpiente pensó:
- Mi elasticidad la seducirá. Mejor que no haga caso a mi madre y me lance a por ella.
Y, cuando el halcón estuvo bien lejos, dijo:
- Ardilla, dame tu bellota.
- No - se negó la ardilla.
- Te la quitaré, voy a por ti - dijo la serpiente enrollándose al árbol para llegar a la ardilla; pero cuando la serpiente llegó, la ardilla ya había saltado tres árboles a la derecha.
En esto, llegó el tigre, cavilando:
- ¿Quién tiene gana de pensar? Soy el más fiero, yo seré el Rey. - gritando, añadió -: Ardilla, quiero tu bellota.
- No, es mi única comida - se atrevió a razonar la ardilla.
- Está bien, te comeré.
- No te servirá de nada. Sólo necesitas mi bellota, no a mí.
- Al cuerno tu bellota - el tigre se fue disgustado, rugiendo sin parar.
El último en llegar fue el conejo, que reflexionaba así:
- No soy el más ágil, ni el más elástico, ni el más fiero; pero me acuerdo del consejo de mi madre, voy a intentarlo.
Comenzó a buscar bellotas alrededor de las encinas, y consiguió una buena cesta de éllas, y se acercó a la ardilla.
- Buenos días, señora ardilla.
- Buenos días, señor conejo - contestó la ardilla, maravillada de encontrar, por fin, alguien educado.
- Le propongo un trato: le cambio su única bellota por todas las que tengo en mi cesta.
- Trato hecho - dijo la ardilla bajando rápido de su árbol.
Todos felicitaban al conejo, al nuevo Rey de la Selva. El halcón, el tigre y la serpiente le preguntaron cómo lo había conseguido. El conejo contestó:
- No ha sido difícil. He hecho caso a mi madre, he pensado y he sido amable. ¿Ninguno lo habéis probado?
(Original de Irene Rabinal)
me ha gustado mucho elena5ºa
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