CUANDO DIOS CREÓ AL PADRE



Cuando Dios creó al padre, empezó con una estructura más bien alta y robusta. Entonces, un ángel que estaba por allí cerca le preguntó: 
- ¿Pero qué clase de padre es éste? Si a los niños los vas a hacer enanos como tapones de botella, ¿dónde vas con un padre tan alto? No podrá jugar a las canicas, ni ponerse de rodillas, recoger el embozo de las sábanas de su pequeño sin agacharse  y casi ni besarlo sin romperse el espinazo.  
A Dios le entraron ganas de reír y contestó: 
- Llevas razón, pero si yo hago pequeño como a un niño, los niños no tendrán a nadie a quien levantar la vista. 
 Luego, cuando Dios modeló las manos del padre, las hizo grandes y musculosas. El ángel sacudió la cabeza y dijo: 
-  Pero…¡qué  manos  tan  grandes!,  ¿cómo  va  a  abrir  y  cerrar  un  imperdible,  abotonar  y desabotonar pequeños botones y, ni siquiera, atar las trenzas o quitar una espinilla del dedo? 
Dios sonrió y dijo: 
- De acuerdo, pero son lo suficientemente grandes como para coger todo lo que cabe en el bolsillo  de  un  niño  y  lo  suficientemente  pequeñas  como  para  poder  acoger  en  la  palma  su carita. 
 Dios  estaba  creando  los  dos  pies  más  enormes  que  jamás  se  hubiesen  visto,  cuando  el ángel saltó: 
- Es una injusticia. Pero, ¿es que crees que esas dos grandes barcazas van a lograr saltar de la cama por la mañana temprano cuando llame el bebé? ¿O a pasar entre una bandada de niños mientras juegan en la arena sin aplastar por lo menos a un par de ellos? 
De nuevo a Dios se le escapó una sonrisa y dijo: 
-  Tranquilo.  Verás  como  funcionan. Servirán para sostener en vilo a un niño que quiere jugar a caballito o para ahuyentar a los ratones en la casa del pueblo o incluso para calzar las botas que no servirán a nadie más. 
Dios  se  quedó  trabajando  toda  la  noche,  dándole  al  padre pocas  palabras  pero  una  voz grave y con autoridad, ojos bien abiertos capaces de verlo todo, serenos y comprensivos… Al 
final, se quedó un poco pensativo y le añadió un pequeño detalle… las lágrimas. Luego, se giró hacia el ángel y comentó: 
- Los hombres también lloran. Y ahora, ¿te convences de que un padre es capaz de amar tanto como una madre? 

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