CUCHARAS Y TENEDORES
Como cada año, toda la familia se reunió en casa de la abuela para celebrar su cumpleaños. A ella le encantaba ver allí a todos sus hijos y nietos.
Pues bien, allí en la mesa, entre los platos y servilletas, se encontraba nuestro protagonista. Se trataba de Mario, un pequeño tenedor. Para Mario hoy era un gran día, ya que podía estar con toda su familia. Allí se encontraban su padre el tenedor, su madre la cuchara, sus primas las cucharitas de café, sus tíos los cuchillos y un sinfín de tíos, primos y amigos. Mario estaba muy contento y no paraba de preguntar cosas a todo el mundo:
—Papá, ¿por qué nos reunimos hoy toda la familia? —preguntó Mario.
—Porque es el cumpleaños de la abuela de la casa. Es un día muy importante. Por eso nos reúnen a toda la familia.
A continuación preguntó a su madre la cuchara:
—Mamá, ¿por qué utilizan esas copas y no unos vasos normales? —dijo Mario.
—Porque quieren brindar con ellas y además son muy hermosas —dijo la mamá a Mario.
Mario contemplaba asombrado el banquete. Le parecía impresionante ver reunida a tanta gente, y sentía una gran curiosidad por todo. Al poco tiempo les preguntó a sus padres:
—¿Por qué las cucharitas de café tienen una voz tan dulce?
—Porque están cambiando —dijo su madre.
—¿Y por eso se ríen tanto? —preguntó Mario.
—Están un poco nerviosas —contestó su madre.
—Papá, tú no tienes esa voz tan dulce. ¿Por qué? —preguntó Mario.
—Los tenedores somos distintos de las cucharas, hijo —contesto el papá tenedor.
—¿Por eso tienes bigote? —preguntó Mario.
—Sí. Cuando los tenedores nos hacemos mayores cambiamos en algunas cosas —afirmó el padre de Mario.
—¿En qué cosas? —preguntó Mario.
—Nos cambia la voz, que se hace más ronca, y nos crecen barba y pelos en las piernas —dijo el padre de Mario.
Mario pensaba en lo que su padre le acababa de decir. Miraba a su padre y a su madre.
Después preguntó a su madre:
—Mamá, ¿las cucharas también cambian al hacerse mayores?
—Por supuesto —dijo la mamá cuchara—. A nosotras nos crece el pecho y nos empieza a preocupar nuestro aspecto.
—¿Os crecen pelos? —preguntó Mario.
—No, hijo. Además nuestra voz sigue siendo igual, no como la de los tenedores que se vuelve ronca. De pronto Mario sonrió y dijo:
—¡¡Por eso mis primas las cucharitas están tan nerviosas!! ¡¡Están cambiando!!
—Claro —dijo mamá cuchara.
—Y cuando cambiamos, ¿ya no queremos a nuestra familia y amigos? —preguntó un poco triste Mario.
—Por supuesto que sí —dijo papá tenedor—. Sigues queriendo igual a tu familia y amigos. Y también empiezas a querer a una pareja, como yo a mamá.
—¡¡Ah!! Por eso las cucharas y los tenedores empiezan a salir juntos. ¿No es así? —preguntó de nuevo Mario.
—SI, así es —afirmó mamá cuchara.
—Por cierto, ¿por qué hoy preguntas tanto acerca de las cucharas? —preguntó papá tenedor.
—Porque creo que estoy cambiando —dijo Mario.
—¿A qué te refieres? —preguntó mamá cuchara.
—¡A que me encanta esa guapísima cucharita de postre! —respondió Mario.
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