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Mostrando entradas de marzo, 2010

LA BELLOTA

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Ese día el halcón, el tigre, la serpiente y el conejo hicieron una prueba para decidir cuál de los cuatro sería el Rey de la Selva. Casualmente, antes de salir de casa sus madres les dieron el mismo consejo a los cuatro: - Pensad antes de actuar. Llegó el momento de la prueba: tenían que quitarle una bellota a una ardilla hambrienta. El halcón se dijo: - Soy el más ágil, lo conseguiré en un momento. Se acercó a la ardilla, sin acordarse para nada del consejo de su madre: - Hola, ardilla, dame tu bellota. - No - le dijo la ardilla. - Bueno, pues te marearé. Pero, conforme fue subiendo en círculos, cada vez más alto en el cielo, se fue alejando tanto que no supo volver. La serpiente  pensó: - Mi elasticidad la seducirá. Mejor que no haga caso a mi madre y me lance a por ella. Y, cuando el halcón estuvo bien lejos, dijo: - Ardilla, dame tu bellota. - No - se negó la ardilla. - Te la quitaré, voy a por ti - dijo la serpiente enrollándose al árbol para llegar a la

EL GATO

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- ¿Podrías decirme, por favor, qué camino he de tomar para salir de aquí? - preguntó Alicia al gato. - Depende mucho del punto donde quieras ir - le contestó el gato. - Me da igual donde ir - dijo Alicia. - Entonces no importa qué camino sigas -le aseguró el gato. - Siempre que lleve a alguna parte - añadió Alicia a modo de explicación. - ¡Bien, seguro que lo consigues -dijo el gato- si andas lo suficiente!. Y poco a poco desapareció, como borrándose, desde el rabo a la cabeza. Lo último que quedó fue su sonrisa.

EL HADA

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Elena era una niña dulce y un poco despistada a la que le gustaba mucho pasear en el bosque que estaba detrás de su casa. En él tenía su refugio preferido. Un día, mientras caminaba, vio una mariposa atrapada entre unas zarzas. Con sumo cuidado, para no romperle las alas, la liberó. La mariposa, después de volar un rato, regresó y, de improviso, se transformó en una preciosa hada. Elena se quedó con la boca abierta porque, hasta aquel momento, a las hadas sólo las había visto en los libros de cuentos. -Para agradecerte tu bondad, escucharé tu mejor deseo-le dijo el hada, tal como dicen las hadas en los libros. La niña reflexionó un instante y después respondió: -Quiero ser feliz. Entonces el hada se inclinó sobre ella, le susurró algo al oído y despareció. Elena se convirtió en mujer y nadie en todo el país era más feliz que ella. Cuando le preguntaban el secreto de su alegría, se limitaba a sonreír y decía: -He seguido el consejo de una buena hada. Pasaron los años y Elena se hizo vie