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Mostrando entradas de 2017

LA NEVADA

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Érase una vez un hombre que no creía en Dios. Era un campesino fuerte y trabajador, un hombre honrado y leal, pero había sido educado en el ateísmo y creía que la religión estaba llena de fábulas hermosas, pero muy lejanas a la realidad. Una Nochebuena en que estaba nevando, su esposa se disponía a llevar a los hijos a la Misa del Gallo y le pidió que le acompañara, pero él se negó.“¡Qué tonterías!”, se dijo, “¿Por qué Dios se iba a rebajar a descender a la Tierra?” La mujer marchó con los niños y él se quedó en casa. Un rato después se desató una tormenta de nieve. Nuestro hombre se acomodó ante la chimenea, pero, de pronto, oyó un fuerte golpe contra la ventana. A continuación, un segundo golpe. Miró hacia fuera, y entre la niebla y la nieve pudo descubrir, por los alrededores de la casa, una bandada de gansos. Iban camino al sur para pasar allí el invierno, se vieron sorprendidos por la tormenta de nieve y no podían seguir. El agricultor sintió lástima de

LA CARRETA

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Caminaba con mi padre cuando nos detuvimos en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó: - Además del cantar de los pájaros, ¿Escuchas algo más? Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí: - Estoy escuchando el ruido de una carreta. Eso es -dijo mi padre-. Es una carreta vacía. Pregunté a mi padre: - ¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aún no la vemos? Entonces mi padre respondió: - Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido. Cuanto más vacía está la carreta, mayor es el ruido que hace.”

FELICIDAD (DESIDERATA)

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Camina plácido entre el ruido y la prisa, y piensa en la paz que se puede encontrar en el silencio. En cuanto te sea posible y sin rendirte . Mantén buenas relaciones con todas las personas . Enuncia tu verdad de una manera serena y clara, y escucha a los demás, incluso al torpe e ignorante, también ellos tienen su propia historia. Evita a las personas ruidosas y agresivas , ya que son un fastidio para el espíritu. Si te comparas con los demás, te volverás vano y amargado pues siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú. Disfruta de tus éxitos, lo mismo que de tus planes . Mantén el interés en tu propia carrera, por humilde que sea, ella es un verdadero tesoro en el fortuito cambiar de los tiempos. Sé cauto en tus negocios, pues el mundo está lleno de engaños. Mas no dejes que esto te vuelva ciego para la virtud que existe, hay muchas personas que se esfuerzan por alcanzar nobles ideales, la vida está llena de heroísmo. Sé sincero

DOS LOBOS

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La sabiduría de los indios es sorprendente y un viejo indio trataba de dejarle a su pequeño nieto una enseñanza que le durara para toda la vida y que marcara su camino. Una noche, se sentó bajo el cielo estrellado y lo invitó a sentarse junto a él. Le contó anécdotas de su historia que trascendieron y lo convirtieron en el viejo sabio que todos lo consideraban. Le anticipó que le contaría algo que lo marcaría para siempre y esta fue la conversación que tuvieron y seguramente el pequeño nunca olvidó: – Sabes, en nuestro interior todos tenemos dos lobos, constantemente ambos tienen una lucha imparable, una pelea tan terrible que no a todas las personas les es fácil lidiar. – ¿Dos lobos, cómo es eso abuelo? – con ingenuidad y asombro preguntó el pequeño niño. – Sí, todos en nuestro interior tenemos dos lobos totalmente distintos; uno es malo porque representa todos los malos sentimientos que pueden existir en un ser humano, la envidia, la ira, los celos, el orgull

LA CUERDA

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Cuentan que un andinista, desesperado por conquistar el Aconcagua, inició su travesía después de años de preparación, pero quería la gloria para él solo y por lo tanto subió sin compañeros. Empezó a subir, pero se le fue haciendo tarde y no se preparó para acampar sino que decidió seguir subiendo, empecinado en llegar a la cima. Oscureció y la noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña; ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro y la visibilidad era nula; las estrellas estaban cubiertas por las nubes y no había luna. Subiendo por un acantilado, a sólo cien metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires. Caía a una velocidad vertiginosa y sólo podía ver veloces manchas cada vez más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de sentir la proximidad del final. Seguía cayendo y en esos angustiosos momentos pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos; de repente sintió un tirón tan fuerte que c

EL TREN

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La vida no es más que un viaje por tren: repleto de embarques y desembarques, salpicado de accidentes, sorpresas agradables en algunos embarques, y profundas tristezas en otros. Al nacer, nos subimos al tren y nos encontramos con algunas personas las cuales creemos que siempre estarán con nosotros en este viaje. Lamentablemente la verdad es otra. Ellos se bajarán en alguna estación dejándonos huérfanos de su cariño, amistad y su compañía irremplazable. No obstante, esto no impide a que se suban otras personas que nos serán muy especiales. De las personas que toman este tren, habrá los que lo hagan como un simple deseo, otros que encontrarán solamente tristeza en el viaje, habrá otros que, circulando por el tren, estarán  siempre  listos  para  ayudar  a  quien  lo  necesite.  Muchos  al  bajar,  dejan  una añoranza  permanente; otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta que desocuparon el asiento.  Es curioso constatar que algunos pasajeros, quienes nos son

SER HUMANO

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¡Buenos días!       Te he observado cuando despertaste esta mañana, esperando que me dirigieras la palabra; aunque fuera tan solo brevemente… para pedir mi opinión o agradecer las pequeñas cosas buenas que te sucedieron ayer.       No obstante, me percaté que andabas muy ocupado buscando la ropa adecuada con la que andar a trabajar. Con todo, todavía seguí esperando que, mientras corrías de aquí para allá por casa ultimando detalles, encontrarías un breve momento para, al menos, decirme: «¡hola, ya ves, las prisas…!». Pero… ¡estabas demasiado ocupado!       En fin, no me quedó más remedio que encender el cielo, llenarlo todo de colores, con alegres so- nidos de pájaros… para ver si así me atendías, me escuchabas. ¡Ni con esas, me prestabas atención!       Seguí observándote mientras te dirigías al trabajo... Te he esperado pacientemente toda la jornada. Comprendo que, con tantas cosas como tenías entre manos, te resultase muy difícil decirme algo o entretenerte un rato conmi

DÁTILES

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En un oasis escondido entre los más lejanos paisajes del desierto, se encontraba el viejo Eliahu de rodillas, a un costado de algunas palmeras datileras. Su vecino Hakim, el acaudalado mercader, se detuvo en el oasis a abrevar sus camellos y vio a Eliahu transpirando, mientras parecía cavar en la arena. -Que tal anciano? La paz sea contigo. – Contigo -contestó Eliahu sin dejar su tarea. -¿Qué haces aqui, con esta temperatura, y esa pala en las manos? -Siembro -contestó el viejo. -Qué siembras aqui, Eliahu? -Dátiles -respondió Eliahu mientras señalaba a su alrededor el palmar. -¡Dátiles!! -repitió el recién llegado, y cerró los ojos como quien escucha la mayor estupidez. -El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a beber una copa de licor. – No, debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos… -Dime, amigo: ¿cuántos años tienes? -No sé… sesenta, setenta, ochenta, no sé.. lo he olvidado… pero eso, ¿qué importa? -Mira, a

LEER Y ESCRIBIR

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No había en aquel pueblo un oficio peor visto y peor pagado que el de portero del prostíbulo... Pero ¿.qué otra cosa podía hacer aquel hombre? De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenía ninguna otra actividad ni oficio. En realidad, era su puesto porque su padre había sido el portero de ese prostíbulo antes que él, y antes que él, el padre de su padre. Durante décadas, el prostíbulo había pasado de padres a hijos y la portería también. Un día, el viejo propietario murió y un joven con inquietudes, creativo y emprendedor, se hizo cargo del prostíbulo. El joven decidió modernizar el negocio. Modificó las habitaciones y después citó al personal para darles nuevas instrucciones. Al portero le dijo: —A partir de hoy, usted, además de estar en la puerta, me va a preparar un informe semanal. Allí anotará la cantidad de parejas que entran cada día. A una de cada cinco, les preguntará cómo fueron atendidas y qué corregirían del lugar. Y una vez por semana, me

EL PARTO

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Un hombre le pidió una tarde a su vecino una olla prestada. El dueño de la olla no era demasiado solidario, pero se sintió obligado a prestarla. A los cuatro días, la olla no había sido devuelta, así que, con la excusa de necesitarla, fue a pedirle a su vecino que se la devolviera. —Casualmente iba a subir a su casa para devolvérsela. ¡El parto fue tan difícil! —¿Qué parto? —El de la olla. —¿Cómo? —Ah, ¿no lo sabía? La olla estaba embarazada. —¿Embarazada? —Si, y esa misma noche tuvo familia. Por eso tuvo que hacer reposo, pero ahora ya está bien. —¿Reposo? —Sí. Un segundo, por favor. Y, entrando en su casa, sacó la olla, una jarrita y una sartén. —Esto no es mío. Sólo la olla. —No, es suyo. Son las hijas de la olla. Si la olla es suya, las hijas también lo son. El hombre pensó que su vecino estaba completamente loco. «Pero mejor que le siga la corriente», se dijo. —Bueno, gracias. —De nada. Adiós. —Adíós, adiós. Y el hombre se marchó a su cas

EL MUERTO

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Había una vez un hombre muy aprensivo respecto de sus propias enfermedades y, sobre todo, muy temeroso del día en que le llegara la muerte. Un día, entre tantas ideas locas, se le ocurrió pensar que a lo mejor ya estaba muerto. Entonces le preguntó a su mujer:   - Dime, mujer. ¿No estaré muerto? La mujer rió y le dijo que se tocara las manos y los pies. - ¿Ves? ¡Están tibios! Bien, eso quiere decir que estás vivo. Si estuvieras muerto, tus manos y tus pies estarían helados. Al hombre le pareció muy razonable la respuesta y se tranquilizó. Pocas semanas después, un día en que estaba nevando, el hombre fue al bosque a cortar leña. Cuando llegó al bosque, Se quitó los guantes y empezó a cortar troncos con un hacha. Sin pensarlo, se pasó la mano por la frente y notó que estaba fría. Acordándose de lo que le había dicho su esposa, se quitó los zapatos y los calcetines y confirmó con horror que sus pies también estaban helados. En ese momento no le quedó ya ninguna duda: se

LECCIÓN DE ECOLOGÍA

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En la fila del supermercado, el cajero le dice a una señora mayor que debería traer su propia bolsa, ya que las bolsas de plástico no son buenas para el medio ambiente. La señora pide disculpas y explica: "Es que no había esta moda verde en mis tiempos." El empleado le contestó: "Ese es ahora nuestro problema. Su generación no puso suficiente cuidado en conservar el medio ambiente." Tiene razón, le dice la señora: nuestra generación no tenía esa moda verde en esos tiempos: - En aquel entonces, las botellas de leche, las botellas de gaseosa y las de cerveza se devolvían a la tienda. - La tienda las enviaba de nuevo a la fábrica para ser lavadas y esterilizadas antes de llenarlas de nuevo, de manera que se podían usar las mismas botellas una y otra vez. Así, realmente las reciclaban. - Subíamos las escaleras, porque no había escaleras mecánicas en cada comercio ni oficina. - Íbamos andando a las tiendas en lugar de ir en coches de 300 caballos de potencia cada vez

EL HACHA

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Había una vez un leñador que se presentó a trabajar en una maderera. El sueldo era bueno y las condiciones de trabajo mejores aún, así que el leñador se propuso hacer un buen papel. El primer día se presentó al capataz, que le dio un hacha y le asignó una zona del bosque. El hombre, entusiasmado, salió al bosque a talar. En un solo día cortó dieciocho árboles. —Te felicito —le dijo el capataz—. Sigue así. Animado por las palabras del capataz, el leñador se decidió a mejorar su propio trabajo al día siguiente. Así que esa noche se acostó bien temprano. A la mañana siguiente, se levantó antes que nadie y se fue al bosque. A pesar de todo su empeño, no consiguió cortar más de quince árboles. «Debo de estar cansado», pensó. Y decidió acostarse con la puesta de sol. Al amanecer, se levantó decidido a batir su marca de dieciocho árboles. Sin embargo, ese día no llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron siete, luego cinco, y el último día estuvo toda la tarde tratando

LAS ALAS

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Cuando se hizo mayor, su padre le dijo: -          -  Hijo mío: no todos nacemos con alas. Si bien es cierto que no tienes obligación de volar, creo que sería una pena que te limitaras a caminar teniendo las alas que el buen Dios te ha dado. -          -  Pero yo no sé volar —contestó el hijo. -         -   Es verdad. —dijo el padre. Y, caminando, lo llevó hasta el borde del abismo de la montaña.  -          -  ¿Ves, hijo? Éste es el vacío. Cuando quíeras volar vas a venir aquí, vas a tomar aíre, vas a saltar al abismo y, extendiendo las alas, volarás. El hijo dudó. -     - ¿Y si me caigo? -          -  Aunque te caigas, no morirás. Sólo te harás algunos rasguños que te harán más fuerte para el siguiente intento —contestó el padre. El hijo volvió al pueblo a ver a sus amigos, a sus compañeros, aquellos con los que había caminado toda su vida. Los más estrechos de mente le dijeron: -        -   ¿Estás loco? ¿Para qué? Tu padre está medio loco... ¿Para que nece