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Mostrando entradas de abril, 2011

EL OMBLIGO DE ORO

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  Érase un hombre con un ombligo de oro que le causaba constantes apuros, porque, siempre que se bañaba, era objeto de toda clase de bromas. El hombre no hacía más que pedirle a Dios que le quitara aquel ombligo. Por fin, una noche soñó que un ángel se lo desenroscaba y lo dejaba encima de la mesa, tras lo cual se esfumó. Al despertar por la mañana, comprobó que el sueño había sido real: allí, sobre la mesa, estaba el brillante ombligo de oro. Entusiasmado, se levantó de un salto… y el culo se le desprendió y cayó al suelo

EL PUNTO ENAMORADO

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Aquel punto se enamoró de una línea. Hay que comprenderlo: la veía tan alta, tan esbelta, tan longitudinal, que no podía dejar de pensar en todo su recorrido. - Nunca despuntaré ante ella - se repetía una y otra vez - ¡Se acabó! Si no puedo ser suyo, ¡seré un punto final! Y se decidió. Se desplazó veloz dispuesto a tirarse al pie de una letra. Y tuvo suerte,pues pasaba por allí una Y griega. La Y lo vio en tal punto de desesperación, que lo animó: - Vamos, hombre, no te pongas así. Si en el fondo tenéis muchos puntos en común. - ¿Tú crees? - Quedó un punto suspendido. -Claro - abrió sus brazos la letra Y - ¿Qué es una línea, al fin y al cabo, sino una sucesión infinita de puntos? ¡Una línea infinita de puntos!. El punto se quedó helado, a punto de nieve. La letra Y continuó: - Tú lo que tienes que hacer es ganar puntos. - ¿Ganar puntos? - ¡Claro! Ganar puntos para formar la línea de salida. Para ello, hay que plantearlo bien: Tú llamas a tus amigos, que se apunte

CUANDO UN NIÑO NO LEE, LA IMAGINACIÓN DESAPARECE

Literacy Foundation: The Gift of Reading -... por hourigan

LA MINA

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Un profesor fue invitado a dar una conferencia en una base militar, y en el aeropuerto lo recibió un soldado llamado Ralph. Mientras se encaminaban a recoger el equipaje, Ralph se separó del visitante en tres ocasiones: primero para ayudar a una anciana con su maleta; luego para cargar a dos pequeños a fin de que pudieran ver a Santa Claus, y después para orientar a una persona. Cada vez regresaba con una sonrisa en el rostro. - "¿Dónde aprendió a comportarse así?", le preguntó el profesor. - "En la guerra", contestó Ralph. Entonces le contó su experiencia en Vietnam. Allá su misión había sido limpiar campos minados. Durante ese tiempo había visto cómo varios amigos suyos, uno tras otro, encontraban una muerte prematura. - "Me acostumbré a vivir paso a paso" -explicó-. "Nunca sabía si el siguiente iba a ser el último; por eso tenía que sacar el mayor provecho posible del momento que transcurría entre alzar un pie y volver a apoyarlo en el

EL GIGANTE

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El gigante se acercaba paso a paso, y a cada paso que daba se volvía un poco más pequeño. Cuando estaba a unos cien metros de distancia, ya no era mucho más alto que la torre de una iglesia. Quince metros después tenía sólo la altura de una casa y cuando por fin estuvo a un metro, tenía exactamente la altura de Lucas el maquinista; quizá era todavía media cabeza más bajo. Delante de los dos amigos se hallaba un viejo delgado, de cara simpática y amable. - ¡Buenos días! -dijo, quitándose el sombrero-. No sé cómo agradeceros que no hayáis huido de mí. Desde hace muchos años no hago más que ansiar que alguien tenga vuestro valor. Pero hasta hoy nadie ha permitido que me le acercara. - ¡Es que, de lejos, parezco tan terriblemente grande! Ah, no me he presentado todavía: mi nombre es Tur Tur. Me llamo Tur de nombre y Tur de apellido. Tur Tur invitó a sus amigos a quedarse con él aquel día. Comieron juntos. Entonces les explicó: - Si uno de vosotros se levantara ahora y