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Mostrando entradas de junio, 2020

LAS HUELLAS

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Una noche en sueños vi que yo caminaba  con el Señor  junto a la orilla del mar bajo hermosa luna plateada.   Soñé que en los cielos veía toda mi vida representada en celestiales escenas que en silencio contemplaba.   Dos pares de firmes huellas en la arena iban quedando, mientras con el Señor íbamos cual amigos conversando.   Miré atento hacia atrás esas huellas reflejadas en el suelo,  pero algo extraño observé y me invadió gran desconsuelo.   Observé que algunas veces al reparar en las huellas,   en vez de ver los dos pares veía solo un par de ellas.   Observaba yo también que aquel solo par de huellas,   se advertían mayormente en mis noches sin estrellas   en los días de mi vida llenos de angustias y tristeza,   cuando el alma necesita más del consuelo y fortaleza.   Pregunté triste al Señor:   - ¿Señor, tu no has prometido que en horas de aflicción siempre a mi lado estarías dando muestras de tu amor?  Pero noto  con tristeza que en medio de mis querellas, cuando más aflige el do

ESTUPENDO

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Verdad que sería estupendo  que las espadas fueran un palo de la baraja,  que el escudo fuera una moneda  portuguesa  y un tanque una jarra grande de cerveza. Verdad que sería estupendo  que las bases fueran el lado de un triángulo,  que las escuadras fueran sólo reglas  de diseño  y los gatillos gatos pequeños...  Que apuntar fuera soplarle la tabla a Manolito,  que disparar fuera darle  una patada al balón . Verdad que sería estupendo  que las bombas fueran globos de chicle,  que las sirenas peces con cuerpo de  mujer,  y las granadas una clase de fruta....  Que alarma fuera un grupo de rock  y que la pólvora fuera para hacer  fuegos artificiales  y que no existiera más hacha en el mundo más que el "¡Hacha, tía!" huertano. Si alguna vez esto que parece un sueño llegase a hacerse realidad, veríamos realizado nuestro propio sueño. Y si alguna vez volviera a haber otra guerra, ¡que todos los soldados se declaren en huelga!

LOS NIÑOS APRENDEN LO QUE VIVEN

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Si un niño vive criticado, aprende a condenar. Si un niño vive con hostilidad, aprende a pelear. Si un niño vive avergonzado, aprende a sentirse culpable. Si un niño vive con tolerancia, aprende a ser tolerante. Si un niño vive con estímulo, aprende a confiar. Si un niño vive apreciado, aprende a apreciar. Si un niño vive con equidad, aprende a ser justo. Si un niño vive con seguridad, aprende a tener fe. Si un niño vive con aprobación, aprende a confiar en sí. Si un niño vive aceptado y con amigos, aprende a hallar amor en el mundo.

EL SILENCIO

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El abuelo y la abuela se habían peleado, y  la abuela estaba tan enojada que no le dirigía  la palabra a su marido. Al día siguiente el abuelo había olvidado  por completo la pelea, pero la abuela seguía  ignorándole y sin dirigirle la palabra. Y, por  más esfuerzos que hacía, el abuelo no conse guía sacar a la abuela de su mutismo. Al fin, el abuelo se puso a revolver arma rios y cajones y, cuando llevaba así unos mi nutos, la abuela no pudo contenerse y le gri tó: - ¡¿Se puede saber qué demonios estás bus cando?! - Gracias a Dios, ya lo he encontrado - le  respondió el abuelo con una maliciosa sonri sa- ¡Tu voz!

EL PEZ DORADO

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  Timoteo  el  ambicioso  habla  precisamente  de  eso,  del  deseo  de  tener  cada  vez  más  cosas,  dinero,…,  un  deseo que fácilmente se hace presente en nuestras vidas. Podemos enfocar el diálogo a pensar entre todos en el uso  que hacemos de las cosas que tenemos    Timoteo era un hombre ambicioso. Nunca tenía suficiente dinero y posesiones. constantemente  discutía con sus vecinos sobre cuestiones monetarias. Un día, uno de sus enemigos decidió acabar con  Timoteo. Con gran astucia, se presentó ante él con un pequeño pez de oro en un vaso de cristal. Y le dijo:  - Timoteo, cuando este pez alcance su tamaño total y muera de muerte natural, su cuerpo se convertirá en  oro puro. Tú serás tan rico como jamás lo soñaste.  La insaciable ambición de Timoteo se impuso a su sentido común y se creyó la historia del pez de oro.  Lo contemplaba de cerca con alegría y agradecimiento a su enemigo.  Se llevó el pez a su casa y lo metió en un pequeño recipiente. Lo alimentó generosamente y, c

CUANDO DIOS CREÓ AL PADRE

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Cuando Dios creó al padre, empezó con una estructura más bien alta y robusta. Entonces,  un ángel que estaba por allí cerca le preguntó:  - ¿Pero qué clase de padre es éste? Si a los niños los vas a hacer enanos como tapones de  botella, ¿dónde vas con un padre tan alto? No podrá jugar a las canicas, ni ponerse de rodillas,  recoger el embozo de las sábanas de su pequeño sin agacharse  y casi ni besarlo sin romperse el  espinazo.   A Dios le entraron ganas de reír y contestó:  - Llevas razón, pero si yo hago pequeño como a un niño, los niños no tendrán a nadie a  quien levantar la vista.    Luego, cuando Dios modeló las manos del padre, las hizo grandes y musculosas. El ángel  sacudió la cabeza y dijo:  -  Pero…¡qué  manos  tan  grandes!,  ¿cómo  va  a  abrir  y  cerrar  un  imperdible,  abotonar  y  desabotonar pequeños botones y, ni siquiera, atar las trenzas o quitar una espinilla del dedo?  Dios sonrió y dijo:  - De acuerdo, pero son lo suficientemente grandes como para coger todo

CUANDO DIOS CREÓ A LA MADRE

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Un día, Dios decidió crear… la madre. Llevaba dándoles vueltas al proyecto durante más  de una semana, cuando aparece un ángel y le suelta:  - Anda, que el modelito te está haciendo perder tiempo, ¿eh?  Y Él:  - Es cierto. Pero, ¿has leído los requisitos de fabricación? Debe ser lavable y transparente, pero no de  plástico; tener ciento ochenta piezas móviles, todas recambiables; un corazón de oro, tierno a la vez; la  cabeza en su sitio y unos labios capaces de dar un beso que lo cure todo… desde una herida en la rodilla…  hasta un desengaño amoroso… y, además, seis pares de manos… - ¿Seis pares?  - Sí, por las tareas que le aguardan. Pero lo difícil no son las manos – dijo Dios – sino los tres pares de ojos  que la madre debe tener.  - ¿Tantos?  Dios asintió.  - Un par para ver detrás de la puerta cerrada, cuando pregunta: “¿Qué estáis armando ahí dentro, hijitos?”,  aunque ya lo sepa. Otro par detrás de la cabeza, para ver lo que no quería ver, pero que una madre no debe  ignorar. Y

CUCHARAS Y TENEDORES

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Como  cada  año,  toda  la  familia  se  reunió  en  casa  de  la  abuela  para  celebrar  su  cumpleaños.  A ella le encantaba ver allí a todos sus hijos y nietos.  Pues bien, allí en la mesa, entre  los  platos  y  servilletas,  se  encontraba  nuestro  protagonista.    Se  trataba  de  Mario,  un  pequeño  tenedor.  Para  Mario  hoy  era  un  gran  día,  ya  que  podía  estar  con  toda  su  familia.    Allí  se  encontraban su padre el tenedor, su madre la cuchara, sus primas las cucharitas de café, sus tíos  los  cuchillos  y  un  sinfín  de  tíos,  primos  y  amigos.  Mario  estaba  muy  contento  y  no  paraba  de  preguntar cosas a todo el mundo:  —Papá, ¿por qué nos reunimos hoy toda la familia? —preguntó Mario.  —Porque  es  el  cumpleaños  de  la  abuela  de  la  casa.    Es  un  día  muy  importante.    Por  eso  nos  reúnen a toda la familia.  A continuación preguntó a su madre la cuchara:  —Mamá, ¿por qué utilizan esas copas y no unos vasos normales? —dijo Mario.  —Porque

EL PÁJARO

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Había una vez un pájaro de brillante plumaje y fuertes alas, que se pasaba los días volando sobre las copas  de los árboles, encantado de su libertad.  Un día se cayó a un pozo fuera de uso. El pozo era tenebroso y profundo, pero esta seco, y el pájaro quedó  ileso. Fue bajando y bajando hasta tocar el fondo, donde permanecía sin hacer nada para intentar escapar,  limitándose a compadecerse:   - Ciertamente, voy a morir aquí – gemía - ¡Qué pájaro tan pobre e infeliz soy! ¿Qué es lo que he hecho para  merecer tal suerte?    Cuanto más consideraba su apurada situación, más se convencía de que otro tenía la culpa de que él se  encontrara en el fondo del pozo.  - Yo no tengo la culpa. La culpa es del estúpido que cavó el pozo – dijo – Alguien debería haber tapado la boca, y  entonces no habría caído dentro. ¿Por qué no me avisó nadie del peligro de volar demasiado bajo por encima de los  pozos abiertos? Yo no tengo la culpa de todo eso.   Comenzó a gritar pidiendo ayuda a los transeúntes: 

EL POZO

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Una  antigua  leyenda,  decía  que  en  medio  del  desierto  había  un  pozo  de  agua  que  quitaba la sed para siempre.  Todo el que bebiera de aquella agua, nunca más volvería a  tener sed.  Pocos creían que esto fuera verdad.  Pero  un  día,  una  persona  encontró  un  antiguo  mapa  en  el  que  se  indicaba  el  lugar  exacto  del  pozo.    Guardó  el  mapa  para  que  nadie  lo  encontrara  y  fue  corriendo  a  buscarlo.  Nunca más se volvió a saber de él.  Pasaron  los  años,  y  nuevamente,  otra  persona  volvió  a  encontrar  aquel  mapa.    Sin  decírselo a nadie, lo guardó en lugar seguro, y se fue al desierto para quedarse él sólo  con el pozo.  Y nunca más se volvió a saber de él.  Muchos  años  más  tarde,  otra  persona  encontró por casualidad el mapa, y otra vez se  volvió  a repetir la misma historia.  Después de muchos siglos ocurriendo lo mismo, el  mapa cayó en manos de un hombre que no se lo guardó, sino que lo dio a conocer a  todos.    Pero  fueron  pocos 

EL DUCADO

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El día de bodas un Príncipe normando entraba en la ciudad con su joven esposa. Los Príncipes iban  en una carroza espléndida tirada por ocho caballos blancos, mientras la ciudad de Benevento, agolpada  a lo largo del camino, aplaudía a los esposos. Pero a un cierto punto la escena cambió: el cortejo había  llegado  a  la  gran  plaza,  frente  al  castillo,  y  allí  había  un  palco  con  una  horca  para  ajusticiar  a  un  malhechor.  Aquel  condenado  había  sido  obligado  a  meter  la  cabeza  en  el  lazo.  La  Princesa,  dándose  cuenta de lo que sucedía, rompió en lágrimas.  Entonces, el Príncipe hizo parar el cortejo y mandó al verdugo que esperara. Se dirigió a los  magistrados que estaban en pie en el palco y dijo:  - Señores, la Princesa, mi esposa, como señal de homenaje, en el día en que llegó entre nosotros, pide que  se haga gracia a este hombre.  - Sire –respondieron los cónsules- seremos muy felices de escuchar el deseo de nuestra graciosa Princesa,  pero la ley quie

EL RIACHUELO

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Había una vez una gran piedra que vivía en lo alto de una montaña.  Desde allí arriba,  podía  ver  que  más  abajo  había  un  pequeño  riachuelo.    La  piedra  se  creía  fuerte  y  poderosa.  Y cuando miraba a aquel insignificante riachuelo, se echaba a reír. Siempre  estaba metiéndose con él.  Presumía de que ella era más fuerte que nadie. Él callaba y  nunca  le  decía  nada.    Se  limitaba  a  recorrer  su  camino.    Pero  la piedra no paraba de  decir lo poderosa que era.  Un día, el riachuelo se cansó de oírla y le dijo:  - Presumes de ser fuerte y poderosa, pero yo soy más fuelle que tú. Aparento ser débil,  pero mi constancia podría acabar contigo.  En cambio, tú nunca podrías acabar conmigo.  La enorme piedra se puso a reír a carcajada limpia, y le dijo:  - Ahora vas a ver tú quién es más fuerte y poderoso.  Y se dejó caer rodando por la montaña, hasta ir a parar al centro del riachuelo.  Casi no  dejaba pasar el agua.  Y estando allí, volvió otra vez a reír con ganas, mi

LA CERILLA

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Había una vez una caja donde vivían muchas cerillas amontonadas. Estaban así porque  tenían  mucho  frío.    Se  juntaban  unas  a  otras  para  darse  calor  Pero  eso  no  bastaba.   Siempre estaban tiritando de frío.  No sabían de qué manera podían entrar en calor Iban  pasando los días, y las cosas seguían igual Hasta que una de las cerillas más inteligentes,  después de  pensarlo mucho, dio con la solución y dijo:  - ¡Ya lo tengo! ¡Ya sé cómo libramos del frío! ¡Fuego! ¡Fuego es lo que necesitamos!  Y las demás cerillas, muy asombradas por su sabiduría, dijeron:   - ¿Y cómo conseguiremos tener ese fuego del que tú hablas?    Y respondió diciendo:  - Alguien tendrá que arriesgar su vida saliendo de aquí para buscarlo y traérnoslo.  Todas las cerillas comenzaron a hablar entre ellas.  Salir de la caja era ir a una muerte  segura.  Hacía tanto frío allí fuera, que todo el que lo intentara moritía congelado.  Una  pequeña  cerilla  se  presentó  voluntaria  para  ir  a  buscar  el  fu

LA CAMPANA DE LA PAZ

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En un pueblo, había un campanario que tenía una campana muy particular Era conocida  como la campana de la paz.  Si dos personas estaban peleadas, cuando la escuchaban  sonar, la paz volvía a ellas y hacían las paces.  Algunos no acababan de creerlo, pero la  mayoría pensaba que tenía algún poder especial Lo cierto es que con el tiempo, aquel  pueblo se convirtió en el más pacífico de todos.  La paz se respiraba en sus calles.  La campana de la paz se hizo famosa.  Los pueblos vecinos fueron a pedirles que se la  dejaran  por  un  tiempo.    Querían  tener  la  misma  paz  que  allí  disfrutaban.     Ante  esta  petición, todo el pueblo se reunió en la plaza para tomar una decisión.  Unos decían que  la  campana  no  tenía  que  salir  de  allí,  porque  entonces  perderían  la  paz  que  habían  conseguido, y volverían las peleas de siempre.  Otros decían que con probar no pasaba  nada.    Después  de  oír  todas  las  opiniones,  se  decidió  que  había  que  dejársela  para  ayudarl

EL HIELO

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En las verdes praderas de un barranco de los Alpes, bajo una gran roca, estaba la madriguera  de una liebre de montaña. Como todos los animales silvestres, estaba flaca y se alimentaba de toda  clase de herbajos. Pero tenía dos vestidos, un lujo que la naturaleza le concedía gratuitamente y  sin  peligro  de  hacerla  ambiciosa.  Las  flores,  que  veían  a  la  liebre  en  verano,  conocían  bien  su  chaquetilla gris oscuro con una gran mancha en el pecho. Los hielos y las nieves, que la veían en  invierno, conocían su abrigo limpio y blanco. Las flores no consideraban a la liebre un personaje  importante, porque creían que tenía, como los otros animales, un solo vestido. Pero las rocas y los  abetos, que la veían todo el año, sabían que tenía dos vestidos, y la tenían en gran estima porque  la creían rica y sabían que era siempre humilde y educada.  Al acabar el invierno, cuando la liebre se preparaba para cambiar de vestido porque el aire era  menos frío, en la gran roca que había

EL JARRÓN

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Un  día,  estaba  un  niño  jugando  a  la  pelota  dentro  de  su  casa.    Su  madre  se  lo  tenía prohibido, pero como no estaba, él hacía lo que quería.  Hasta que pasó lo que tenía que pasan Con el balón, rompió el jarrón preferido de su madre.   Cuando ésta vino a casa,  el  niño  le  dijo  una  mentira  para  librarse  del  castigo.    Le  dijo  que  había  sido  su hermano  pequeño,  que  gateando  por  el  suelo  lo  había  roto.     La  madre  se  enfadó muchísimo.  Recogió las piezas rotas, e intentó recomponerlo. Estaba  tan  disgustada,  que  se  le  olvidó  sacar  la  comida  del  homo  y  se  le  quemó.   Cuando llegó el padre a casa, no había nada para comer. Después de discutir con ella por este motivo, se marchó irritado a comer al bar de la esquina.  Por culpa de su enfado, trató de malas maneras al camarero que le estaba sirviendo.   El pobre camarero se puso muy nervioso por esto, y sin querer, derramó sobre una señora una taza de café manchándole todo el vestido.