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Mostrando entradas de noviembre, 2012

PLEGARIA DEL ANCIANO

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Dichosos los que me miran con simpatía. Dichosos los que comprenden mi lento caminar. Dichosos los que hablan en voz alta para minimizar mi sordera. Dichosos los que estrechan con calor mis manos temblorosas. Dichosos los que se interesan por mi ya lejana juventud. Dichosos los que no se cansan de escuchar las historias que con frecuencia repito. Dichosos los que comprenden mi falta de cariño. Dichosos los que me regalan parte de su tiempo. Dichosos los que se acuerdan de mi soledad. Dichosos los que me acompañan en los días tristes y de sufrimiento. Dichosos los que alegran mis días… Cuando entre en la vida sin fin me acordaré de ellos ante el Señor Jesús.

EL TIEMPO

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Tómate tiempo para trabajar, es el precio del éxito. Tómate tiempo para pensar, es la fuente de todo poder. Tómate tiempo para leer, es la base de la sabiduría. Tómate tiempo para la amistad, es el camino de la felicidad. Tómate tiempo para soñar, es como enganchar tu vagón a una estrella. Tómate tiempo para jugar, es el secreto de la eterna juventud. Tómate tiempo para amar y ser amado, es la razón de ser y el privilegio del ser humano. Tómate tiempo para mirar a tu alrededor, el día es demasiado corto para ser egoísta. Tómate tiempo para sonreír, es la música del alma.   (Marilyn von Sanvant)

EL AMIGO

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No puedo darte soluciones para todos los problemas de la vida, ni tengo respuestas para tus dudas o temores; pero puedo escucharte y compartirlo contigo. No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro; pero cuando me necesites estaré junto a ti. No puedo evitar que tropieces; pero puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no caigas. Tus alegrías, tus triunfos y tus éxitos no son míos; pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz. No juzgo las decisiones que tomas en la vida; me limito a apoyarte, a estimularte y a ayudarte si me lo pides. No puedo trazar límites dentro de los cuales debes actuar; pero sí te ofrezco el espacio necesario para crecer. No puedo evitar tus sufrimientos cuando alguna pena te parta el corazón; pero puedo llorar contigo y recoger los trozos para armarlo de nuevo. No puedo decirte quién eres ni quién deberías ser; solamente pudo quererte como eres y ser tu amigo. (Jorge Luis Borges)

EL VASO

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El Maestro repetía una y otra vez a los novicios: - Vaciaos, vaciaos. Los muchachos, desconfiaban de tanta “vaciedad”. Un día, les mandó traer a cada uno un vaso lleno de agua. - Ahora vais a hacer algo muy simple. Golpead los vasos con cualquier objeto. Quiero escuchar el sonido, la música capaz de brotar de vuestros vasos. Los novicios golpearon los vasos. De los mismos no brotó más que un feo sonido sordo y nada musical. Entonces el Maestro dijo: - Ahora, vaciad los vasos y repetid la operación. Así lo hicieron. Vaciados los vasos, golpearon en ellos y surgió un sonido vivo, intenso, musical. Los muchachos miraron al Maestro, y éste les dijo: - Vaso lleno no suena, mente atiborrada no ilumina.

LA MANZANA

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Había una vieja que era muy mala y cuando llegó su hora se murió. La mujer no había realizado en su vida ni una sola acción buena. Su ángel de la guarda pensó: “¿Qué buena acción de la abuela podría recordar para decírselo a Dios?”. Y llegó hasta Dios y le dijo: - Mira, Señor. Una vez arrancó de su huerto una manzana y se la dio a un pobre. Y Dios respondió complaciente: - Toma la manzana y échala al lago de las almas, de modo que pueda agarrarse a ella. Si logras sacarla del lago, irá al cielo; pero si la manzana se rompe, entonces tendrá que quedarse donde está. El ángel así lo hizo: - Toma, mujer, agárrate fuerte, vamos a ver si te puedo sacar. Y comenzó a tirar con cuidado. Cuando ya casi lo habían conseguido, otras almas del lago se dieron cuenta y empezaron a agarrarse a ella para poder salir. Pero la mujer era mala, y les daba patadas gritando: - ¡Me va a sacar a mí y no a vosotros; es mi manzana, no la vuestra! De tanto moverse evitand