EL MONO

 
 
Al terminar la jornada, el maestro meditaba a la sombra de un cocotero, cuando un mono le arrojó un coco sobre su cabeza.

El hombre lo recogió, bebió el dulce jugo, comió la pulpa y se hizo una escudilla con la cáscara.

Mirando hacia arriba se dirigió al mono:

- Gracias por criticarme.

Comentarios

  1. Todo se puede revertir cunado aceptamos que no somos proietaris de ninguan vardad.
    Un beso

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