LOS PALILLOS

 
 
Después de una larga y virtuosa vida un samurai llegó al más allá y fue destinado al paraíso. Era muy curioso y pidió dar, primero, un paseo por el infierno. Fue llevado a un enorme salón que tenía en el centro una mesa llena de platos colmados de alimentos suculentos y dulces inimaginables; pero los comensales, que estaban alrededor de la mesa estaban pálidos y esqueléticos.

- ¿Cómo es posible? - preguntó el samurai a su guía ?- ¡Con todos los bienes de Dios que tienen delante!

- Mira: cuando llegan aquí todos reciben dos palillos que deben usar para comer, sólo que son de un metro de largos y deben ser cogidos únicamente por los extremos: no se pueden llevar los alimentos a la boca.

El samurai rabiaba, era terrible ver aquella gente esforzándose por comer y no podían llevarse ni una brizna a la boca. Pidió volver enseguida al paraíso.

Allí le esperaba una sorpresa, el paraíso era exactamente igual que el infierno: una mesa enorme, cantidad de alimentos y unos palillos de un metro. La única diferencia era que la gente estaba alegre y bien comida.

- ¿ Cómo es posible? - preguntó el samurai.

El ángel sonrió:

- En el infierno cada uno intenta aferrar su comida y llevarla a su propia boca. Al contrario, en el paraíso, cada uno coge la comida y da de comer al de enfrente.

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