EL CAMELLO

 

Hasta bien entrado el siglo XX, los camellos se ocupaban del transporte de gente y de cosas en la isla de Lanzarote, Canarias.

La estación, el Echadero de Camellos, estaba en pleno centro del puerto de Arrecife.

En aquellos años, la isla flotaba fuera del tiempo, y la gente tenía tiempo para perder el tiempo. Los camellos iban y venían, a paso lento, a través de las inmensidades del desierto de lava negra. No tenían horarios, ni hora de salida ni hora de llegada, pero salían y llegaban. Y nunca hubo accidentes.

Nunca hasta que un camello sufrió un súbito ataque de nervios y arrojó por los aires a su pasajera, que se dio un trompazo contra el suelo.

El camello enloqueció porque se le cruzó en el camino una rara cosa que tosía, echaba humo y andaba sin patas.

El primer automóvil había llegado a la isla.

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