ALIVIAR



 Varias personas se presentaron ante un hombre justo y de corazón piadoso llevando un cadáver.

- Aquí te traemos a tu hijo menor, que ha sido asesinado por su propio primo, tu sobrino Abdul. A él lo hemos apresado y te lo entregamos maniatado. Es tuyo.

El asesino cayó al suelo y no se atrevía a mirar a su tío, padre de la víctima. Tenía mucho miedo y vergüenza y no levantaba la vista del suelo. El viejo no sabía qué hacer y sentía odio en sus entrañas. En aquel momento, su hijo mayor le dijo:

- Padre, haz justicia y venga a mi hermano menor.

El hombre misericordioso le contestó:

- No. Hay algo mejor que hacer y lo harás tú. Haz estas tres cosas: libera al hijo de mi hermano, entierra a tu hermano y gasta tus fuerzas en consolar a tu madre, que mucho te necesitará.

La casa del anciano se llenó de paz.

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