EL SILENCIO



Érase una vez un reino que era muy ruidoso; el chirrido de las máquinas, el estruendo de los cuernos y los gritos de las gentes lo llenaban todo y el ruido llegaba hasta los confines del mismo.

Un año, el joven príncipe que había crecido en medio del ruido, declaró que el día de su cumpleaños quería oír el ruido más grande del mundo. 

Publicó un edicto diciendo que el día de su cumpleaños, a mediodía, todos los ciudadanos de su reino se reunirían delante del balcón del palacio y durante un minuto gritarían con toda la fuerza de sus pulmones.

En un rincón lejano del reino una mujer encontró el edicto ridículo y preocupante y dijo a su marido que mientras los otros gritaran, ella abriría simplemente la boca y haría como que gritaba. 

Se lo contó también a su mejor amiga y esta a otra y aquella a otra…

Cuando llegó la hora señalada, el reino, por primera vez en su historia, se calló. 

Y el joven príncipe escuchó, por primera vez en su vida, el canto de los pájaros, el murmullo del agua de los arroyos y el susurro del viento entre las hojas de los árboles... 

El príncipe lloró de alegría.

BERNARDO BALDEÓN

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