EL GRAJO




En un claro, en el linde mismo del bosque, un viejo grajo se había cubierto con el hermoso plumaje de un pavo real y se pavoneaba para que lo vieran los demás grajos. 

En realidad, su aspecto era muy estúpido, porque sus propias plumas negras se distinguían debajo de su atavío. Pero se paseaba orgullosamente y hacía burla de sus amigos, que lo observaban. 

El vanidoso pájaro hasta picoteó a uno o dos de ellos que se atrevieron a acercársele demasiado.


-¡Engreído! -le gritaron los demás, y huyeron al bosque.

Convencido de que ahora era tan bello como el pavo real, el necio grajo se acercó lentamente a un grupo de estos animales, que se soleaban. 

Fingió ser uno de ellos y agitó una pata en ademán de saludo. Pero los pavos reales no se dejaron engañar, 

Vieron sus plumas negras debajo del plumaje irisado, los irritó la audaz pretensión del grajo y se lanzaron sobre él furiosamente. 

Con fuertes chillidos, lo picotearon sin piedad hasta hacer trizas su bello atavío.

Con las plumas de un pavo
Un grajo se vistió; pomposo y bravo 
En medio de los pavos se pasea;
La manada lo advierte, lo rodea: 
Todos le pican, burlan y lo envían, 
¿Dónde, si ni los grajos le querían?


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