LA VACA




Hace mucho tiempo, la ciudad francesa de Carcasona sufrió un durísimo asedio y sus habitantes se quedaron sin nada que comer. El hambre y las enfermedades mataron a mucha gente, y las pocas personas que quedaban con vida comenzaron a desesperarse. El alcalde de la ciudad reunió entonces en la plaza mayor a todos los vecinos y les habló así:
-          Amigos, nuestras provisiones se han agotado. No tenemos más remedio que rendirnos.

Las palabras del alcalde causaron una profunda conmoción, y todos guardaron silencio. De pronto, una anciana que se encontraba entre la multitud exclamó furiosa:
-          ¿Rendirnos? ¡De ninguna manera! No podemos consentirlo. Tenemos que intentar algo. Escuchad: yo tengo un plan. Si hacéis lo que os diga, la ciudad se salvará.

El alcalde se quedó muy sorprendido por la seguridad con la que se expresaba aquella mujer y decidió que valía la pena escuchar su propuesta.
-          Bien. Dinos qué necesitas para llevar a cabo tu idea.
-          Traedme una vaca.
-          ¿Una vaca? – dijo el alcalde - No sabes lo que dices. Si fuera tan fácil encontrar una vaca, no estaríamos en esta situación. ¡No queda ningún animal vivo en toda la ciudad!
-          ¡Traedme una vaca! – insistió.

El alcalde no tuvo más remedio que ordenar a su soldados que registraran todas las casas, una por una , para ver si encontraban alguna vaca. Por fin, en el establo de un granjero avaro apareció una vaca que el hombre había escondido para venderla a un buen precio cuando ya no hubiera nada que comer. Los soldados se apoderaron de la vaca y se la llevaron a la anciana.
-          Ahora, necesito medio saco de trigo – continuó la anciana
-          ¿Trigo? ¡Imposible! – le respondió el alcalde -  ¡No hay un solo grano de trigo en toda la ciudad!
-          ¡Traedme trigo! – insistió.

Y otra vez los soldados fueron por las casas para ver si conseguían reunir lo que la anciana había pedido. Y con un puñadito aquí y otro allá, por fin lograron hacerse con medio saco de trigo. En cuanto los soldados volvieron con el trigo, la anciana se lo dio de comer a la vaca, ante el asombro del alcalde y de cuantos estaban con él. Luego, cuando la vaca terminó de comer, la mujer le ató una cuerda al cuello y la llevó hasta las murallas de la ciudad. Una vez allí, ordenó a un soldado que abriera la puerta y empujó a la vaca con todas sus fuerzas hacia el exterior.
Nada más ver a la vaca, los soldados enemigos la cogieron y la llevaron a su campamento.
-          ¿Dónde habéis encontrado esta vaca?- preguntó asombrado le rey a sus soldados.
-          Estaba paciendo tranquilamente junto a las murallas, a las puerta de la ciudad – dijo el soldado.
-          ¡Eso significa que en Carcasona aún hay animales para alimentar a la población! En cambio, nosotros no tenemos carne fresca desde hace muchísimo tiempo.

Los soldados mataron a la vaca para comérsela y vieron que el animal tenía el estómago lleno de trigo.
-         ¡En Carcasona tienen trigo para alimentar a los animales! – se sorprendió el soldado.

El rey, tras reflexionar unos minutos, dijo apesadumbrado:
-          Si los habitantes de Carcasona todavía disponen de grano para alimentar a sus animales, nosotros moriremos de hambre antes que ellos. Así que levantad el campamento. ¡Nos vamos de aquí!

Y aquella misma noche se retiró el ejército enemigo. Para celebrar el final del asedio, los habitantes de Carcasona pasearon triunfalmente a la anciana por las calles. Y siempre le mostraron su gratitud por haber librado a la ciudad de aquella situación tan terrible.

Gracias a Javier Merchante  y su blog El maestro cuentacuentos

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