LA LÁGRIMA

Una niña pequeña volvía de la casa de una vecina que acababa de perder una hijita de seis años en un trágico accidente.

- ¿Qué tenías que hacer tú en casa de la vecina?- le preguntó el padre.

- Fui a consolar a la madre.

- Y, ¿qué podías hacer tú para consolarla?

- Me senté en sus rodillas y me puse a llorar con ella.

Comentarios

  1. A veces, para aliviar sufrimientos, hay que llamar a cien puertas o frenar cien cuchillos.
    Otras veces, sólo quedan las lágrimas.

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  2. muy corto ese te habra costado poco hacerlo los examenes son una m...............ierda

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